CENTRO PENITENCIARIO DE CÓRDOBA

Amigas y amigos, voy a contaros la mejor experiencia de mi vida: mis prácticas del ciclo superior de Integración Social en el Centro Penitenciario de Córdoba.

¿Por qué elegí estas prácticas? Desde que entré en el grado superior siempre me mantuve al margen sobre el colectivo con el que trabajar, pues soy una persona que no cierra puertas a nada y que me gusta conocer todo lo posible.

En el primer curso de integración nos contaron que el instituto en el que estábamos estudiando, I.E.S Galileo Galilei (Córdoba), tenía convenio con el Centro Penitenciario de Córdoba para hacer nuestra FCT (formación en centros de trabajo). Nos avisaron también de que ofrecían muy pocas plazas y que solo iban las mejores notas. A mí jamás se me pasó por la cabeza en un primer momento el ir allí, pues era algo muy muy desconocido para mi, ya que no tengo familia ni nada por el estilo y había oído hablar de prisión en la televisión. Ah, me había visto la famosa serie "Vis a Vis", que por cierto está lejos de la realidad de prisión.

Bien, pues pasó primero y casualmente tuve una de las mejores medias de la clase, y la gente ya empezaba a hacer sus cabales pero yo os prometo que por ese entonces no se me había pasado por la cabeza lo de las prácticas. Yo vivía el día a día y apenas pensaba en el mañana. Llegó segundo, y con el los primeros meses de clase. Por octubre vino a vernos la jefa de estudios para contarnos lo de las prácticas en prisión y resulta que había que apuntarse super pronto porque tenían que mandar tus datos a no se qué historias de Madrid y tal, para ver que todo estaba perfecto y que podías hacerlas allí. Nos contó un poco los requisitos que tenías que tener, que eran tener carnet de conducir y disponer de vehículo propio, que casualmente lo tenía. Pues no levanté la mano y cuando la profesora estaba apuntando el último nombre me dio un chispazo y la levanté. Y ahí se quedó la cosa. No sé porque la levanté, fue un impulso que tuve en ese momento, ¡y bendito impulso!.

Un mes más tarde, mi tutora me sacó de la clase, y me dijo que había sido admitido para ir al CIS (Centro de Inserción Social). Pues yo estaba flipando, como os podéis imaginar. Llamé a mi madre y se lo conté y se puso a llorar. Me dijo que lo rechazara que le daba mucho miedo y yo le dije que no, que estaba muy feliz y que tenía muchas ganas, aunque me había quedado el gusanito de conocer la prisión en sí. (se llevó la plaza una chavala del otro grupo que tenía más nota que yo)

Todo estaba en orden y todo parecía perfecto. Hasta que llegó la semana de antes de ir a las prácticas, yo ya había estado con mi padre practicando el camino para ir al CIS con mi coche todos los días y tal. He de contaros que yo soy de pueblo y el CIS está en un polígono de Córdoba, el cual yo no sabía llegar. Pero es fácil luego cuando vas dos veces.

Lo dicho, la semana de antes de empezar, me llama mi tutora de prácticas y me dice que hay un problema con el CIS y que no voy a poder realizar allí mis prácticas. Os juro que me vine abajo, y mi profesora me dijo que, por ese motivo, me habían destinado con mi compañera del otro grupo al Centro Penitenciario. Imaginad mi cara, imaginad mi sofocón. No daba crédito con el destino, había querido que yo fuese allí y estaba encantado. (Imaginad también cuando se lo conté a mi madre)

No os voy a mentir, empecé las prácticas cagado de miedo, y más el primer día, que me presentan al educador con el que voy a estar los tres meses y me cuenta que lleva el módulo de los presos conflictivos. Minutos más tarde, me lleva al patio del módulo. Los presos parecían buitres, me quería ir de allí. Por un momento se me pasó por la cabeza que eso no era lo mío. Qué locura.

Mi educador me vio muy agobiado y me ayudó mucho. Me dijo que para alguien que no conoce ese contexto es difícil meterse en un módulo como ese. Y tanto que lo fue. A los días me fui acostumbrando y todo es mucho mas sencillo de lo que parece.

Allí aprendí muchísimas cosas. En primer lugar aprendí, una vez más, que las personas tenemos muchos prejuicios y que la sociedad así no puede funcionar. Conocí a muy buenas personas, y la mayoría eran reclusos. Esta experiencia me sirvió para hacerme creer en la reinserción, sí, es un tema complicado y quizás discrepo un poco por como está montado el sistema penitenciario español, pero sí creo en la reinserción social.

En segundo lugar, aprendí que las películas y las series son muy fantásticas, que nada se parece a la realidad. Obviamente no me dejaban entrar el móvil, y todo lo tengo grabado en mi mente, pero os juro que no es como en las películas. 

También aprendí a hablar en público, a desarrollar y potenciar técnicas o habilidades , como por ejemplo la empatía. Tienes que tener mucha empatía para poder trabajar allí dentro. Aprendí a saber quien me miente y quien no cuando me miran a los ojos. Hice múltiples entrevistas, dinámicas y talleres. 

Sin duda es una de las mejores experiencias de mi vida, y jamás se me pasó por la cabeza que yo algún día iba a conocer una prisión. Al finalizar mi etapa de prácticas, me pensé mucho en hacer las oposiciones para ser funcionario de prisiones, pero tengo 21 años y toda la vida por delante. Quiero formarme como profesional, en este caso como educador y trabajador social, y quién sabe, el destino es sabio y si tengo que terminar trabajando en prisión, lo haré. ¡Y yo estaré encantado!

Os voy a dejar por aquí algunas fotos de los módulos, y un enlace de interés por si estáis interesados/as en conocer un poco más el mundo penitenciario.
Edificio de las oficinas de los trabajadores
Pasillo de módulo


Apartados del edificio de Comunicaciones

Edificio central




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